Enseñanza

Casi cincuenta años atrás, Robert Earl Burton fundó la Fellowship of Friends [Comunidad de Amigos], una escuela de desarrollo espiritual dentro de la tradición del Cuarto Camino transmitida en este siglo por G. I. Gurdjieff y P. D. Ouspensky.

Gurdjieff, un místico de origen grecoarmenio y maestro de danzas sagradas, había redescubierto la tradición del Cuarto Camino durante sus largos viajes por Oriente, que le proporcionaron la inspiración para su libro Encuentros con hombres notables, posiblemente más conocido como Relatos de Belzebú a su nieto. El discípulo de Gurdjieff, Ouspensky, se convirtió en un maestro por derecho propio y transcribió las ideas del Cuarto Camino en una serie de trabajos escritos con claridad y sistematizados con elegancia; entre ellos se encuentran El Cuarto Camino y Fragmentos de una enseñanza desconocida, ambos publicados después de su muerte en 1947.

Como el Cuarto Camino se basa tanto en la verificación y la comprensión personales como en la transmisión personal, cada maestro lo reinterpreta de manera diferente. La enseñanza de Robert Burton, si bien se basa en el conocimiento transmitido por Gurdjieff y Ouspensky, se ha expandido para acoger el legado de hombres y mujeres espiritualmente desarrollados en todas las épocas y culturas, desde Marco Aurelio y San Pablo hasta Lao Tze y Abraham Lincoln. Junto con sus estudiantes, Robert ha explorado enseñanzas relacionadas con la suya en escuelas esotéricas de todas las épocas, aislando su denominador común para revelar el mensaje universal.

Gurdjieff encaró el Cuarto Camino a través del entrenamiento físico riguroso de sus danzas sagradas y Ouspensky enfatizó una disciplina intelectual igualmente rigurosa. Robert Burton pone el acento en la educación y el disciplinamiento de las emociones. Las cualidades únicas que ofrece a sus estudiantes incluyen el amor hacia la belleza y la comprensión de su capacidad para crear estados superiores de consciencia; la aceptación sin juicio de la gente y los eventos tal como son; y la humildad y la obediencia profundas frente a una inteligencia superior. Aunque el Sistema ofrece una diversidad de teorías, Robert ha resistido toda tentación de desviarse de su aplicación más elevada: la creación de una consciencia superior en sus estudiantes. Jamás ha dejado de repetir que este trabajo es simple, aunque no fácil. Fuera del gran arsenal de conocimiento del Cuarto Camino, ha extraído y exaltado dos principios por encima de todos los demás: el recuerdo de sí y la transformación del sufrimiento.

El recuerdo de sí es el intento de estar más consciente, más lúcido, más presente en un momento específico. Es una forma de meditación activa que puede tener lugar en cualquier momento y cualquier situación; el estudiante lucha por estar consciente tanto de sí mismo como de su entorno simultáneamente, en lugar de permanecer inmerso en su mundo interno o perdido en sus reacciones a los numerosos estímulos que lo rodean. Los esfuerzos repetidos por recordarse a sí mismo conducen a estados superiores de consciencia y a una comprensión totalmente nueva del lugar de la humanidad en el universo. Esta lucha privada e interna para ser testigo de la propia vida es el proceso a través del cual uno crea su alma.

Incansablemente, Robert Burton ha ubicado el recuerdo de sí en el corazón de su escuela. Aunque ha exhortado a sus estudiantes a que experimenten lo mejor que la vida pueda ofrecer y a desarrollar sus propias aptitudes y habilidades, nunca perdió de vista el hecho de que incluso un gran genio palidece ante la simple consciencia. Como ha dicho muy a menudo: “No hay actividad más grandiosa que la presencia en silencio”.

La transformación del sufrimiento implica aprender a usar cada experiencia o emoción negativa o dolorosa, grande o pequeña, con el fin de crear el recuerdo de sí. Este proceso requiere de un largo trabajo para cambiar actitudes, de modo que el estudiante comprende que la responsabilidad última por cualquier emoción negativa— enojo, irritación, miedo, autocompasión, etc.— reside en el individuo más que en los eventos que le suceden. “Todos sufren, con o sin la Escuela”, ha dicho Robert Burton. “Estamos tratando de usar nuestro sufrimiento en lugar de ser usados por él.”

Año tras año sus estudiantes han acudido a él con preguntas. Año tras año, con una paciencia inalterable, ha enseñado que las únicas soluciones reales para lo que percibimos como un “problema” residen en nuestros esfuerzos para recordarnos a nosotros mismos y transformar nuestro sufrimiento. Por más justificadas que estén las quejas, por más injustos que sean los eventos de su vida, uno no cuenta con otra opción que la de aceptarlo todo. Esta amplia receptividad es la clave para la transformación real de las emociones negativas en consciencia superior, que es la que crea la capacidad para el amor altruista y constituye el verdadero significado detrás de todas las enseñanzas espirituales. Lo que el individuo gana a través de este proceso se irradia en beneficio de otros. Ha dicho Robert Burton al respecto: “Hay un secreto que es casi demasiado sagrado como para que se lo divulgue. El secreto es: lo que uno gana lo ganan todos”.